Se acaban las campañas, se acaban.
Y creo que esas son buenas noticias para la salud mental de muchos connacionales (me incluyo) que ya estamos un poco hartos de esto.
Hartos de Facebook saturado de imágenes mal-que-bien Photochopeadas (si, chopeadas en la carnicería) con los horrores que caerán sobre la humanidad si “x” o “y” candidato resulta electo o como se nos trasladará a la quinta dimensión de extasis y placeres eternos en caso de que “z” seaq el agraciado con el voto pupular.
Ya estamos cansados de hashtags como #TuCandidatoEsMaricayElMioLeParteLaMandarinaenGajos, de hordas tuiteras alabando, mentando madres diciendo que el que no es de sus colores es tonto de capirote, pendejo, no tiene cerebro o está pagado por las maléficas fuerzas del destino que quieren imponer a su títere.
Hasta el copete de comentarios en los sitios con artículos periodísticos y columnas de opinión descalificando al reportero/opinador en turno y llamándolo desde amante hasta asalariado del susodicho candidato.
Definitivamente ha sido desgastante desde marzo para acá.
Así que, como ya lo he dicho en este espacio: el próximo domingo vayan a votar. Lo mejor es lograr grandes números, una elección con mucha participación. De esa manera podremos acabar con el voto corporativo y lograr un mejor proceso.
¿Por quien votar?
Eso es decisión personal; cada candidato es tan malo o tan bueno como a uno le parezca, es nuestro derecho, pero hay que votar y respetar la opinión y la decisión del de enfrente. Ni uno, ni los demás son portadores de la verdad absoluta.
¿La recomendación?
Voten por uno de los partidos grandes, los chicos son sólo rémoras cuya principal lucha es mantenerse dentro del presupuesto para vivir sin trabajar.
Pero sobre todo la recomendación es seguir con el ojo pegado a los políticos, traerlos cortitos y estar muy pendientes para ver como se desenvuelven.