¿Qué podemos hacer como ciudadanos?

Una de las secuelas que dejó el proceso electoral de 2006 fue que una buena parte de la población quedó convencida de que, si no hubo fraude, por lo menos algo “raro” pasó.

Somos un país cuya cultura electoral podría definirse con aquel dicho de: “la burra no era arisca…

Es por ello que al día de hoy, a poco más de un mes de las elecciones presidenciales ya se habla de fraude, de encuestas “cuchareadas” y otras lindezas.

Aunque no soy capaz de meter la mano al fuego por los políticos mexicanos, cualquiera que sean los colores de éste, creo que tanto las encuestas (la mayoría), como los últimos procesos electorales, son y han sido llevados de manera clara, transparente y profesional; dudo sinceramente de “cuchareos” y “cochupos”.

Decía antes que la desconfianza es atávica y por ello muchos nunca quedarán conformes; entonces ¿cómo podemos hacer del próximo proceso electoral algo más confiable?

Como muchas de las cosas que ocurren a final de cuentas somos nosotros, los ciudadanos, quienes debemos de tomar control de las cosas; por supuesto que no hablo de revoluciones ni de movimientos sociales radicales. La respuesta es mas sencilla y está al alcance de las manos con unos sencillos puntos:

 Las encuestas mienten

¿Seguro? ¿Tienes las bases?

Cualquier encuesta medianamente respetable debe de tener una metodología accesible a los usuarios: en un documento separado, el que realizó la encuesta, nos explica cómo la hizo, que metodología utilizó, a cuantas personas y en donde cuestionó entre muchas otras variables.

Si a esa información nosotros le echamos tantito coco (dándonos previamente a la tarea de entender un poco que es la estadística y como funciona) podremos determinar que tan buena o mala es dicha información.

En este sentido una de las muestras más claras de la confiabilidad de una encuesta (seria) es cuando mantiene cierta congruencia con estudios similares, es decir, maneja resultados semejantes al de otros trabajos.

Aquí el argumento podría ser “es que todos están de acuerdo para apoyar a Fulano”; la verdad es que es muy difícil coordinar a tantas empresas tan diferentes para tratar de engañar a tantas personas.

En el momento en que entendemos un poco la estadística y la aplicamos podemos darnos cuenta de cosas. Por ejemplo: La mayoría de las encuestas dan como líder en las preferencias a Enrique Peña Nieto, sin embargo lo que se omite (por ignorancia o mala fe –no se-) es que hay alrededor de un 20% de indecisos que, a final de cuentas, van a ser el factor fundamental de la elección.

 Observar de cerca

El tema del fraude electoral está tan arraigado y es tan ubicuo en México como la música de mariachi o los tacos de arroz; venimos de una era en que las tranzas electorales eran pan de cada día y, aunque aún no se ha podido erradicar completamente el mal, nos hemos civilizado aunque sea un poquito.

¿Desconfías del Instituto Federal Electoral?

¡Hazte observador electoral!

Esto lo puedes hacer de dos formas: por una parte te puedes acercar a tu partido político de preferencia y ofrecerte como voluntario para observar las elecciones en una casilla. A estos les urgen ojos por lo que te van a dar una credencial y el día de las elecciones te vas a apersonar en una casilla X donde podrás ver, desde adentro, todo lo que ocurra.

Esta medida requiere, por supuesto, de que sean muchos los observadores para así cada partido tenga un testigo en cada casilla, asi que, a convencer a los amigos.

Por la otra parte también puedes ser observador electoral del IFE (no’más que vuélenle porque la recepción de solicitudes termina el 31 de mayo). De esa manera estarás acreditado por el propio instituto para ver de cerca el proceso electoral y seas testigo de lo que realmente ocurre.

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 Por supuesto que este tipo de acciones requiere de compromiso; lo ideal sería que cada quien convenciera a uno o varios amigos para que entre todos se haga una red y puedan ver de cerca las elecciones; de esa forma, ocurra lo que ocurra, tendremos testigos de primera mano independientes y comprometidos.

Por supuesto que es bueno para el país y para la democracia que salgamos a las calles a demostrar nuestras inconformidades, pero eso no debe de terminar ahí; busquemos la forma de estar más cerca, aprendamos cosas nuevas, convenzamos a amigos y parientes para que “le entren” y de esa forma, les aseguro, podremos hacer más como ciudadanos y dejarle en claro a la clase política que no somos simples borregos

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