Una de los temas que se volvieron abrir con motivo de la muerte de Neil Armstrong es la supuesta controversia si la NASA hizo una especie de puesta en escena donde simuló la misiones Apollo que llegaron a la Luna.
Según reza la conspiranoia en boga apenas hace unos años, la agencia espacial estadounidense contrató directores de Hollywood y gastó millones de dólares en escenarios y efectos especiales para hacerles creer a sus ciudadanos, al mundo, pero sobre todo a los soviéticos, que habían llegado a la Luna.
Estos amantes de las conspiraciones presentaban una serie de «detalles» en fotos y videos de la llegada a la Luna que, según ellos, demostraba que esta nunca se había logrado y que todo era una puesta en escena en un punto remoto del desierto de Arizona (¿por qué les gustarán tanto los desiertos a estos fantoches?).
El caso es que dichas «pruebas» han sido echadas al suelo tanto por la NASA como diversas otras instituciones serias y prestigiadas. Vaya, hasta los populares Mythbusters lo han hecho.
La idea de que nunca llegó el hombre a la Luna envuelve todo un tema sicológico y social. Es parte de esa idea generalizada de que los gobiernos son absolutamente malvados, sombríos y que no pierden oportunidad para engañar a sus ciudadanos. Si a esto le aumentamos nuestra tradicional paranoia tercermundista en que cualquier cosa que hagan allende la frontera está especialmente diseñada para dañarnos pues una teoría como esta encuentra un campo sumamente fértil.
Con todo esto no quiero decir que las política exterior de Estados Unidos sea intrínsecamente buena, sin embargo esta tampoco es tan «malvada» y cínica como para ello. Las pruebas de la llegada a la luna son muchas al grado que, últimamente, hasta hemos podido ver fotos de la luna tomadas a gran altura en donde es posible ver huellas y restos de las seis misiones que alunizaron en el satélite.
Creo que quitar ese mérito de la llegada a la Luna, que es uno muy grande, sin siquiera ver las pruebas de que sí hubieron varios alunizajes es cerrar los ojos ante lo evidente. Ha sido uno de los más grandes logros tecnológicos de la humanidad y, la haya hecho quien la haya hecho, si es toda una razón para sentirse orgulloso de los logros de nuestra especie, aunque este se haya dado en el marco del siglo más violento y terrible por parte de una superpotencia que muchos no ven con buenos ojos.
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